Filosofía general
La TCC (Terapia Cognitivo-Conductual) puede utilizarse para tratar una amplia gama de problemas, como las dificultades con el estado de ánimo, la ansiedad, la alimentación, las relaciones interpersonales, el control de la ira, la regulación de las emociones, el abuso de sustancias, el dolor y la psicosis.
Las estrategias utilizadas en la TCC se derivan de la teoría del aprendizaje y se adaptan a problemas específicos. Además, la TCC es un tratamiento apoyado empíricamente, lo que significa que se ha probado y demostrado su eficacia en grandes estudios. Existe una amplia investigación científica que respalda tanto los fundamentos de la teoría del aprendizaje como la práctica de la TCC.
Características definitorias de la TCC
La terapia tiende a ser limitada en el tiempo y orientada a objetivos. El cliente y el terapeuta pueden decidir trabajar juntos durante unos meses y luego evaluar sus progresos. Esto no significa que el tratamiento no pueda continuar después de este tiempo, pero se establecen objetivos específicos para cada fase de la terapia con la intención de que el objetivo del cliente sea «convertirse» en su propio terapeuta y no permanecer en terapia a largo plazo.
La TCC es un enfoque centrado en el presente. Entender qué está contribuyendo y manteniendo un problema en el «aquí y ahora» es el aspecto más importante de la TCC. El pasado del cliente y sus primeras experiencias de aprendizaje se consideran relevantes en los modelos de TCC para comprender qué será útil para los clientes en el presente.
Los modelos de TCC no asumen una única causa para un problema ni asumen que sea necesario identificar la causa inicial de un problema para que el tratamiento tenga éxito. La TCC reconoce que una combinación de factores biológicos/genéticos, psicológicos (es decir, pensamientos, sentimientos, comportamientos) y sociales (por ejemplo, relaciones interpersonales, medio ambiente) pueden contribuir y mantener un problema actual.
Se ha demostrado que la TCC es eficaz como tratamiento independiente. Sin embargo, un cliente puede considerar consultar con un psiquiatra u otro profesional de la salud sobre los beneficios de la medicación (véase TCC versus medicación).
Los terapeutas de la TCC trabajan en colaboración con los clientes para formular objetivos en la terapia que estén en consonancia con lo que la investigación científica demuestra que es eficaz para el problema que se presenta. Esta filosofía también se aplica en las sesiones. El terapeuta y el cliente trabajan juntos formándose una opinión (es decir, una hipótesis) sobre lo que está manteniendo un problema específico e identificando posibles estrategias para abordarlo. A continuación, el terapeuta y el cliente inician un proceso de puesta a prueba de esta hipótesis mediante nuevas formas de pensar y actuar. El proceso en el que el terapeuta y el cliente trabajan juntos para reunir pruebas se denomina «empirismo colaborativo». El cliente es un participante activo en este proceso y con frecuencia se le anima a reunir pruebas para determinar qué es lo que mejor funciona para él.
¿Qué ocurre durante y entre las sesiones de terapia?
Las sesiones de terapia suelen ser relativamente estructuradas, lo que significa que se establece un orden del día para asegurarse de que en cada sesión se traten determinados temas. Por supuesto, hay flexibilidad en cuanto al contenido y el formato de las sesiones, y el orden del día se establece en colaboración entre el cliente y el terapeuta. Sin embargo, en la mayoría de las sesiones se hablará del estado de ánimo y las dificultades actuales, se revisarán los deberes y el progreso del trabajo de la sesión anterior, se aprenderá una nueva habilidad o se hablará de un tema en particular, y se establecerá un plan de trabajo que se completará antes de la siguiente sesión.
Los deberes son un componente clave de la TCC. El objetivo de la terapia es enseñar a los clientes nuevas habilidades para gestionar sus dificultades de forma más eficaz, por lo que gran parte del trabajo se realiza fuera de las sesiones, cuando los clientes intentan poner en práctica estas habilidades en su vida cotidiana. Los deberes suelen ser muy prácticos y consisten en probar nuevos comportamientos, estrategias de pensamiento, etc., más que el tipo de deberes asociados al aprendizaje en el aula. En la TCC no hay exámenes.
En consonancia con el enfoque científico que caracteriza a la TCC, el cliente y el terapeuta reúnen «datos» para conocer los problemas del cliente y sus posibles soluciones.
La evaluación es habitual en la TCC y puede consistir en rellenar cuestionarios o ejercicios de autoevaluación para ver cómo cambian los síntomas a lo largo del tratamiento. Algunos ejemplos de ejercicios de autocontrol son el seguimiento de los cambios en el estado de ánimo, los pensamientos autocríticos o los comportamientos no deseados, como los atracones. Los datos se utilizan para saber si un enfoque concreto le está funcionando y para realizar cambios en el plan.
Estrategias habituales de tratamiento
En la TCC se utilizan numerosas técnicas, por lo que la lista que figura a continuación no es en absoluto exhaustiva. Dependiendo de las necesidades del cliente, es probable que la terapia incluya algunas de las siguientes:
Respuestas a pensamientos inútiles:
La «reestructuración cognitiva» consiste en intentar reevaluar los patrones de pensamiento negativos que mantienen creencias poco útiles sobre uno mismo, el mundo y la relación con los demás. Por ejemplo, a una persona con fobia social se le puede enseñar a cuestionar su suposición de que el rechazo social es inevitable.
Estrategias para promover una resolución de problemas y una toma de decisiones más eficaces.
Las técnicas de «atención plena» ayudan a los clientes a distanciarse de sus pensamientos negativos para que puedan reconocer que nuestros pensamientos no tienen por qué determinar cómo nos comportamos.
Respuestas a comportamientos poco saludables:
Los clientes y los terapeutas desarrollan conjuntamente un plan para reincorporarse gradualmente a las situaciones que han estado evitando (por ejemplo, por miedo en los trastornos de ansiedad o por baja motivación en la depresión). Los clientes aprenden a adquirir una sensación de control y previsibilidad en situaciones que antes les parecían abrumadoras.
Se planifican actividades que proporcionan una sensación de placer o dominio para promover una vida más agradable y satisfactoria.
Se puede proporcionar formación en nuevas habilidades, como comunicarse con más eficacia, ser más asertivo o mejorar las interacciones sociales.
Respuestas a sentimientos dolorosos:
A veces se enseña a los clientes estrategias para aceptar o tolerar emociones dolorosas que no pueden cambiarse ni evitarse.
En el caso de los sentimientos y las situaciones que pueden cambiarse en el momento, se les enseñan estrategias para hacerlo.
Pueden incluirse ejercicios de relajación para ayudar a reducir el estrés general.
Se enseñan estrategias para gestionar emociones intensas, como formas de afrontar la ira intensa o los impulsos de hacerse daño.
Lecturas complementarias:
Clark, D.M., & Fairburn, C.G. (1996, Editores). Ciencia y práctica de la terapia cognitivo-conductual. New York: Oxford University Press.
Dobson, K. (2002, Editor). Handbook of cognitive-behavioral therapies, Segunda edición. New York: Guilford Press.
Greenberger, D., y Padesky, C.A. (1995). Mind over mood: Change how you feel by changing the way you think. New York: Guilford Press.